jueves, 5 de julio de 2007

El retrato de Adele Bloch-Bauer


Dentro de unos cuantos días (9 concretamente) se producirá el 145 aniversario del nacimiento de Gustav Klimt. Los amantes del simbolista vienés, uno de los autores que más ha profundizado en la esencia femenina, habrán sin duda reconocido al margen de éstas palabras el retrato de mujer más caro que se conoce (si es que Pollock no quiso representar a una en su "#5"). Es el retrato de Adele Bloch-Bauer.
Adele, la única mujer que Klimt pintó dos veces, se integra armónicamente en el fondo de la obra, y constituye uno de los lienzos de mayor envergadura del austríaco. Nos mira desde la seriedad y el conocimiento, consciente de su superioridad aristocrática, y ama el trabajo de Klimt, que la inmortaliza y la da vida, eternamente. ¿Imaginó Adele que un día su retrato costaría 135 millones de dólares?

A propósito del pequeño artículo publicado aquí mismo titulado "Rembrandt y el gato", nos viene sin duda a la memoria uno de los episodios más tristes relacionados con la obra de Klimt, que relato a continuación. Muriendo éste en 1918, su obra fue requisada en poco tiempo por el régimen nazi, y sus obras, tan preciado botín de guerra, fueron reunidas en el castillo de Immendorf para protegerlas de los continuos bombardeos que sufría Berlín. Al terminar la guerra y observar el rápido avance de las tropas del ejército rojo, los nazis decidieron incendiar la fortaleza, con todas las obras del vienés dentro.

A propósito de esta historia, recordemos a Hobbes: "Las nociones de rectitud e ilicitud, justicia e injusticia, no tienen lugar en la guerra". No eligieron salvar la obra del pintor. Y tampoco escogieron salvar al gato. Más allá de todo esto, provocaron el incendio.

1 comentario:

  1. sin embargo, la obra y el genio de Klimt ahí sigue y seguirá.

    Saludos.

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