miércoles, 12 de enero de 2011

El día que murió la música

Por aquel entonces, Don McLean era un adolescente pecoso que se sacaba unos cuartos para comprar discos repartiendo periódicos por el vecindario en bicicleta. Uno se lo imagina pedaleando rápido, silbando "That'll be the day", imaginando llegar muy lejos en su bicicleta, tanto que ningún otro pudiera alcanzarle.

Su ídolo: el inigualable Buddy Holly. Un rockero de veintitantos sonando en todas las radios del país, de este a oeste. Le veía cada día en las portadas que él mismo repartía, con sus enormes gafas y su guitarra, tal vez cantando en mitad de "That'll be the day" o "Peggy Sue".

En 1958 conoció a la secretaria de su director, María Elena Santiago, y trató de invitarla a salir aquella misma noche. Estando en mitad de la cena, Holly se levantó, le ofreció una rosa y dijo: "Esto es para ti, ¿te quieres casar conmigo?". Al día siguiente, cómo no, fue a casa de los padres de la chica para pedir su mano, y dos meses más tarde estaban felizmente casados.

Todo lo que Holly hacía, era a lo grande.

Mientras tanto Don, el chico de la bicicleta, soñaba con llenar el gimnasio de su instituto con el sonido de su guitarra. Quería emular a Elvis, o a Chuck Berry tal vez (aunque no se lo diría a nadie ni por todo el oro del mundo): que la gente se descalzara para bailar, y enamorar a alguna chica a la que poder besar antes de salir al escenario. 

Pero todo cambió la mañana del 4 de Enero de 1959.

La pila de periódicos que tendría que repartir aquel día mostraban en portada una avioneta destrozada en un campo de maíz en algún lugar de  Iowa. Buddy Holly, the Big Bopper y Ritchie Valens iban en aquella avioneta. Aquella fría mañana de invierno en que murió la música, y como cada día, Don volvió a recorrer las calles en su bicicleta para que todos pudieran leer, en sus periódicos y también en sus ojos, la noticia más triste que pudiera darles. El mismo sacerdote que celebró su matrimonio apenas unos meses atrás ofició su entierro, al que acudieron las grandes personalidades de la época.

Tras su muerte, otros tomaron el relevo: los Beatles (Lennon versionó su "Peggy Sue" y Mc Cartney es el actual poseedor de los derechos sobre la totalidad de su discografía), Dylan, los Rolling Stones o Springsteen.

Pasaron los años y McLean, aquel repartidor de periódicos, logró cumplir su sueño. Compró una acústica Harmony y, mientras preparaba sus estudios (o más bien, sobrevivía a ellos), daba conciertos a amigos y familiares. En 1.969 compondría "American Pie", el éxito que le haría famoso, inspirado, precisamente, en los trágicos acontecimientos que marcaron su vida una triste y fría mañana de enero.



Y para despedirme, como no podía ser de otra manera, os dejo con "That'll be the day", canción que fuera número uno de ventas en Reino Unido y en USA en el año 1.957.

Solamente una sugerencia: si podéis, subid el volumen, quitaos los zapatos y bailad (ver punto nº 6). Como siempre, mejor bien acompañados que solos.

2 comentarios:

  1. Te encontré de una forma tan, tan causal que incluso yo me sorprendí.

    Un gusto la limpieza del lugar.
    Un gusto leerte

    Saludos, ;)

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  2. Muchas gracias por tus palabras Anele.

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